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Casualmente curioso resulta que tras tantos polvos y a una edad madura ella haya hecho el amor por primera y tal vez última vez con alguien. Se iluminó el ambiente con luces de colores, con cuatro colores, recordando a Fangoria y su gran canción.

Es raro, extraño y es hermosa la sensación que sintió, al tener contacto con un cuerpo honesto, sincero y simple, pero no vulgar. Un cuerpo hermoso, escondido, disfrazado bajo un grupo de ropas. La belleza junto a un montón de palabras hermosas que sólo sirvieron para sanar.

Sanar un corazón herido, un cuerpo lastimado por los golpes, a veces, se resuelve en una hermosa noche.

Los pájaros cantan de noche. Los escucho desde mi pieza junto a los ronquidos y sonidos raros de mi ser celestial que duerme a mi lado.

Me siento en el campo, de vacaciones, disfrutando de la paz de la noche. Quiero salir a caminar, mi ciudad oscura, pensar en las cosas hermosas que me mantienen de pie. Pero puedo hacer lo mismo, acostada, al lado de mi gran amor.

Pasarla bien luego se tanto tiempo, en un ambiente donde todos son amigos de todos y me encuentro siendo una más. Jamás sola, jamás en silencio, porque la gente pura de ese lugar siempre tiene algo de qué hablar.
Cuentos volados, técnicas artísticas, hierbas aromáticas y vinos sabrosos.
Salí feliz, feliz, de haber sido parte por 3 horas de la belleza que construyó una bella amiga. Gracias.

Se siente pesado que la persona más amada necesite distancia. En crisis, se le puede reprochar lo mismo que en la cercanía de una pareja despareja: alejarse y encerrarse en uno mismo, esconderse, tal vez, dentro de otras piernas. Y es, que la distancia, de esta forma, duele menos que la que nos separaba al cubrirnos con las mismas sábanas. Nótese que digo "duele menos" en lugar de decir "no duele", oración que los hombres y mujeres sanos utilizan cuando tienen orgullo.

Dónde quedó el mío? En no querer saber nada de sus problemas por 2 días? En no querer sentir la fusta de su desapego al querer acercarme y recibir rechazos? Cuál es la solución? La muerte? O encamarme con un falo ajeno?

Morir o prostituirse. Vivir o volverme casta. Cortar mi cuerpo o desfallecer de inanición. Amar u olvidarlo de una vez. Amar el recuerdo o darme cuenta de una vez que el amado murió.

Quisiera tomar un cuchillo y destrozar al puto inventor de los domingos.

Domingo del orto.

Yo me enamoré sabiendo que eras un chico perdido... Solo que tenía la seguridad de encontrarte siempre a mi lado.

Y ya no.

Te perdí. No hay consuelo para un corazón tan roto como el mío.

Te amo. Y duele.

Soy la peor de todas las boludas.
Soy de esas que no se respetan en absoluto en nombre del amor.
Soy un desperdicio de lo que solía ser.
Soy dolor y un mar de lágrimas.

Cambiar, el miedo al cambio, el terror a lo nuevo, el pánico a lo perdido.
Cambios, buenos o malos, el susto constante de lo inesperado.
Cambios.

Disfrazarme de regalo para que me redescubras y te quedes conmigo. Que te muestres orgulloso de tenerme de compañera. Que nos reencontremos diariamente, y nos elijamos con seguridad. Seguramente, mi mayor deseo, termine siendo otra decepción más.

Te extraño con el alma, y quisiera escribirte una canción.

Viste cuando sentís las uñas desgarrandote el alma?
Bueno, asi, de nuevo.

El corazón, peleador y autoritario, pide y exige lo que ama. La mente y el cuerpo opinan diferente, y todos complotan, en mi contra, de alguna u otra forma.

Si el existencialismo al que adhiero no me deja ser completamente feliz, voy a tener que conformarme con serlo en un momento.

Felicidad, breve y volátil, hoy te recibo.

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Ventila su casa para que el aire circule y se lleve toda sensación de tristeza. Abre las ventanas pero cierra bien la puerta, la que siempre estuvo abierta, la que forzó su viejo amor una y otra vez.
Ventila su cuerpo, que pasea desnudo buscando autoaceptación.
Suena en su casa Viva Elástico y escucha como hablan de ella y de él. Del amor, del desamor, de su ausencia y su maldita presencia.
Ventila y espera. La cortina se mueve, su cuerpo se mueve. Baila... aunque quisiera llorar.

Caigo en la cuenta de que duermo en el medio de la cama.

Me dispongo a dormir, contenta, por tener mi pequeña victoria del día.

Estoy tirada en su cama. Su gata compite por el lugar que ocupo en su cama, el lado caliente, el lado húmedo. Lo observo trabajar, hablando con indios, exasperado por sus expresiones mal pronunciadas en inglés. Él me sonríe, de reojo, disculpandose por no estar calentando el otro lado de la cama. Está fastidiado, se siente observado y yo no puedo dejar de mirarlo.
Tengo ganas de prender un cigarrillo, aunque no fumo. Las volutas de humo son las que me seducen. Y yo tengo ganas de seducirlo. Aún más, como si fuera posible.
Me paseo por su casa desnuda, insegura, exponiendo todo mi cuerpo a que lo juzgue según su juicio. No me ama como para ser piadoso, y eso me deja vulnerable. Pero necesito exponerme, que vea lo que soy, que aprenda a amar cada centímetro de mi cuerpo. Él me encanta y lo sabe. Yo le encanto y lo se. Podemos tener algo hermoso, solo si él se enamorara de mi, de mi cuerpo. Podríamos ser felices, solo si ambos abandonaramos los miedos a exponernos, a abrirnos, a mostrarnos y que otro nos vea.
Yo, me paseo desnuda. He dado el primer paso. El volteó a mirarme. Se levanta y me abraza, me besa, me tira en su cama y me hace el amor.
Él también dió su primer paso.

Espero que tus ojos claros iluminen los míos, oscuros, tan impropios, tan impuros.
Tu cuerpo, inerte, flota en el aire y me acaricia, con dulzura... Cómo el perfume que emana de tu piel.

Buscó en su guardarropas aquel vestido que tan bien le quedaba: ceñido en la cintura, suelto en la cadera, flojo en la panza. Tuvo que revolver las cajas archivadas para encontrar sus medias red de guerrera: estaba dispuesta a entregarle su cuerpo al primer hombre que se le acercara. Selección de maquillajes infalible: corrector de ojeras profesional (sin él parecía un mapache), base, arqueador de pestañas. Se probó todos sus tacos altos y eligió los que la hacían parecer una prostituta. Ella, hoy, volvía a serlo.

Es que estoy un poco cansada de recibir semanalmente despedidas. Ya se que te escapaste, ya se que te fuiste, ya se que te enamoraste de alguien más. Entonces, por qué volvés a hacerte notar? Es miedo a que te olvide? O a que mi cuerpo sea amado por alguien más?
21 días es lo que trata la mente en procesar un cambio. 21 días es lo que me llevó reorganizar mi vida. 21 gramos es lo que pesa el alma y afortunadamente me volvió ese peso al cuerpo.
No quiero más despedidas. Yo me decidí a dar bienvenidas. Ahora, bienvenida a mi, a mis cosas, a mis placeres, a mi alegría. Ahora, lo que importa soy yo.

Despedidas? Eso es muy 90s y yo, soy de otra generación.

Y tus brazos enormes que solían protegerme, son los mismos que me abrazan y me hacen sentir indefensa.

Y recuerdo su boca devorando mi cuello como lobos hambrientos se abalanzan sobre su presa tras un crudo invierno. La textura de sus labios tan acorde a los míos, su lengua jugosa jugueteando en mi boca.

Y su humedad. Sobre todo, eso.

"Sos una mujer hermosa, frágil y hermosa como una mariposa nocturna".

Y camino las calles de mi baires con la cabeza gacha, la mirada pegada el piso. No es sólo la pérdida absoluta de autoestima, sino el miedo de verte paseando con ella.

Y una noche, el monstruo reapareció. Tiró bomba de humo para colorear su reaparición y pasar a colores mis sueños.
Velozmente desapareció, cual ilusionista de circo.
Yo, me quedé manchada con témpera, y el dibujo de nuestra felicidad quedó incompleto nuevamente.
Amo al monstruo. Es mi monstruo. Lástima que se escurra tan rápido de mis aposentos.

Nadie ama por siempre.

Nadie.

Ni vos, ni yo.

De imaginar una noche de sexo desenfrenado a un dolor de garganta penetrante que no me deja ni besar.

Tal vez, el cuerpo, necesite esperar a sanar la mente un poco más.

Ya no lo extraño ni me culpo por la frustración de otra relación fracasada. Peleo, diariamente, para no caer en las garras del odio por haber sido engañada por un diablo disfrazado de buen hombre.
Ya no extraño su presencia, su cuerpo, su sexo. Ya no extraño (y gracias por haberme dado cuenta) sus problemas, que intoxicaban mi vida, que me hicieron dependiente de él, que me hicieron olvidarme de mi. No extraño el miedo diario de sus cagadas, de sus malas decisiones que siempre atentaban en mi contra.
Por años me sentí la otra. Me conformé con migajas y luché todos los putos días para tener mi recompensa, mi correspondencia. Di mucho y no recibí más que trompadas, mentiras y traiciones... Y promesas, a montones, que jamás fueron cumplidas.

Ahora, resta esperar que el corazón sane, que las cicatrices se suavicen y que me perdone a mi misma por tanta necedad.

Fui necia por pensar que podía tomar a un mal hombre y convertirlo en uno bueno. Fui necia por creer que podía ser feliz con eso.

Y despierto extrañando su belleza que adornaba cada rincón de mi casa.