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Y se despidió como un rockstar, pasando su lengua sobre mis labios, sabiendo qué, después de eso, nada más iba a pasar.

Y lo único que quiero cambiarte es esa idea que tenés de dejarme en el quizás y no conservarme en tu realidad.

Con el cuerpo helado, en éste invierno largo. Sin emoción, sin amor. Despertar para dormir. Soñar y despertar, porque en mis sueños no hay amor. Qué pasará conmigo cuando las horas pasen, el mundo siga y yo siga acá, sin soltar la esperanza, aunque todo indique que ya fue.

Se despierta, se mira al espejo y dice no querer más. Se pregunta en qué momento del día llegará ese mensaje con amor, del que recrimina sin intención: "te extraño". Generalmente llega por la mañana. Mira a su alrededor: casa nueva, vida nueva, ideas nuevas. El mensaje llega y no contesta. Comienza su rutina de aseo personal y niega con la cabeza, sin darse cuenta, al recordarla. Quiere responder. Quiere decirle que él también. No puede. La pasa mal. La pasa mal. No la quiere pasar mal. La pasó mal antes. La pasa mal ahora y calla. No quiere ser el monstruo que miente ni traiciona.