e.

Voyeurista de sms y una puta a mi lado

21/9/10 by e.


Con Andrea, cuando éramos chicas, teníamos un sueño: meternos en un buzón (de los tradicionales, claro, no somos tan jóvenes) y leer todas las cartas que dejaba la gente. Con el paso de los años, si hay algo que mantenemos intacto es la necesidad de chismosear en asuntos ajenos, de manera furtiva. Esto me sucedió hoy, o mejor dicho le pasó a alguien más, una chica como yo, que viajaba sentada a mi lado en el colectivo. Agradezco eternamente a los teléfonos modernos y buchones, con letras enormes que permiten ver a los ciegos, leer a los chicatos y satisfacer mis deseos voyeuristas.

El: Tengo fiebre todavía. La cama está hirviendo. Sigo durmiendo, beso.
Ella: Te quiero. Que la fiebre no sea excusa para olvidarte, eh!
El: Jaja nunca! Beso enorme!
Ella: Nunca un “yo también”, no? Te voy a matar.
El: Jamás. Prefiero decirte que te quiero con todas las letras.
Ella: Date una ducha de agua fría para bajar la fiebre. Lo otro siempre lo sugerís, pero nunca lo decís.
El: Te queda alguna duda de que siento algo así por vos? Ya te vas a cansar de escucharlo, vas a ver. Y la ducha me la doy ya!
Ella: Definí “algo así” por favor. La fiebre te pone boludo, pero me gustás igual. Jaja
El: Te quiero mucho, carajo!
Ella: No, no. Ahora no vale. Y te quiero mucho se pone en las tarjetas de cumpleaños, no me jodas.
El: Te lo demuestro cuando te hago el amor. Reite si querés, no me importa!
Ella: Si, yo siempre supe que al decirme “qué puta que sos” en realidad querés decir “te quiero”. Jaja
El: Claro, pero igual sos mi puta eh. Ojo con eso.
Ella: Sos tan romántico! Por eso sos mi princesa.
El: Cuando soy romántico te reís de mi, puta!
Ella: No me río: sonrío. Y eso es otra cosa.

Un segundo más tarde, recibió un mensaje multimedia. El contenido, era éste (3er resultado de Google imágenes, bajo las coordenadas “tarjeta feliz cumpleaños te quiero mucho”): 


 
No pude disimular mi sonrisa, tal vez, como la de ella, cuando le dicen cosas románticas. Pero ella se sintió juzgada e invadida, y escapandose de mi, tocó timbre y se bajó del colectivo. Tal vez, sin entender, que en realidad, en lugar de juzgar a su princesa y su putez, me enamoré de ellos, de sus chistes y su cotidianeidad.
e.

Filed under having  

0 comentarios: